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Mostrando entradas de 2021

R-evolución

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 Este tiempo de silencio autoimpuesto responde única y exclusivamente a la necesidad que tengo, una vez más, de reinventarme. Es muy difícil entender esta actitud hermética y absurda en muchas ocasiones para las personas que me rodean pero de vez en cuando tengo la necesidad de desaparecer. No es rebeldía ni cobardía. Es incapacidad absoluta de situarme frente a mí misma y frente al espejo que me mira con asombro. Estoy deseando que acabe ya este año nefasto. Creo que necesito cambiar de año porque es de las pocas cosas que han de cambiar inevitablemente y que no dependen de mi intención, acción u omisión. Pasará. Y ni será culpa mía, ni me replantearé mil posibles vueltas atrás para evitarlo, ni volveré a la recreación del "y si hubiera...". Pasará como pasa la vida, porque tiene que pasar. A lo largo de este año estoy teniendo que encajar cambios muy profundos. Está siendo agotador, la verdad, pero era necesario culminar estos procesos y renacer una vez más. Como ave fénix,

Ausencias

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 Nunca me han gustado estas fiestas. Seguramente porque hace demasiado tiempo que faltan a la mesa las personas más importantes. La verdad, no sé en qué momento dejaron de gustarme las Navidades. Tengo algunos recuerdos bonitos de estas fechas, pero son tan escasos que me cuesta enfocar una línea temporal clara. De muy pequeña, eran fiestas bonitas. Conservo imágenes aisladas de encuentros en casa de mi tía Mari Pili, con los hermanos de mi tío Paco y sus hermanos. Una casa muy pequeña llena de gente y de risas. Duró poco por la mala cabeza de un ser oscuro y malvado. A partir de ahí, las fiestas empezaban el día que llegaban mis primas de Bilbao. La Plaza Mayor, Cortylandia, el bocadillo de calamares, las películas de risa mientras nos acostábamos todas revueltas en el sofá. Hasta que el mismo ser decide romper esa magia. Dos de dos, machote, eres un genio. Desde ahí, cada día se iban apagando más las luces. El círculo era cada vez más cerrado, austero y falso. Y un día decidió que su

Miopía

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 Soy miope. También tengo astigmatismo y vista cansada. Un prodigio. Por eso no es de extrañar que no me entere de muchas cosas hasta que no las tengo encima. Pero ya empieza a ser problemático. Me he acostumbrado a ver un poco borroso de lejos. No hay problema. También a que se me junten las letras. Tampoco supone ninguna dificultad. Me pongo las gafas y punto. Eso si, que sean bonitas, que voy a ser coqueta mientras viva. Lo que me preocupa es la miopía sentimental. Para ésa, que yo sepa, no hay aún gafas que aclaren el panorama. Antes tenía buen olfato para detectar capullos y flores, quizá por el coronavirus ahora tampoco los distingo. La realidad es que en los últimos tiempos he tenido unos cuantos patinazos que me hacen desconfiar muchísimo de las primeras impresiones. He conocido a personas a las que he adoptado en mi vida como si fueran de mi sangre y algunas de ellas me han fallado. No sé muy bien el motivo pero la realidad es que me han defraudado. La verdad es que el motivo

De profesión, aprendiz

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 Llegada una edad parece que nos da vergüenza decir que desconocemos tantas cosas. Queremos saberlo todo y actuamos como si estuviésemos en posesión de la verdad absoluta. Quién me va a enseñar a mí, a mis años. Qué me va a enseñar a mí ese, que estaba en el colegio cuando yo ya era maestra. A conducir me vas a enseñar tú, a estas alturas. Qué ingenuos somos. Y qué brutos. En este año y medio que llevo de retirada forzosa me he dedicado a aprender. Hay tanto que desconozco que creo que no voy a alcanzar nunca ni la centésima parte de lo que quisiera conocer. He descubierto habilidades, destrezas, fragilidades y carencias. Cada nuevo conocimiento me ha llevado a mil y una dudas que surgen en cascada. Cada nuevo rayo de luz me enseña la oscuridad en la que vivía. El mito de la caverna va tomando sentido en esta cabeza dura que, por mucho que lo intentase en las clases de filosofía, nunca llegó a entenderlo. Quizá no era el momento, quizá no tenía la madurez suficiente. Qué sé yo... Ahora

Que la tierra te sea leve

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Que la tierra te sea leve, Almudena. Que la tierra te acoja sin juzgar. Que te brinde la oportunidad de permanecer siempre viva en el recuerdo de tus muchísimos lectores. Que abrace fuerte a tu compañero de vida y letras, Luis. Que no te desampare nunca. Hace unos días nos dejaste, Almudena. Qué pena tan grande. Nunca te conocí, es la verdad. Pero si te conocía. Nos unían tantas cosas que no podías ser una extraña. Feminista, de izquierdas y del Atleti. No se puede tener más en la vida. Y la maldita enfermedad. Esa también nos ha unido. Es curioso y también doloroso, la verdad, pensar que según iba acabando la lectura de "Inés y la alegría" iba acabando también tu vida. Cuando Inés vuelve a España, cuando sus hijos son cómplices del gran encuentro con sus grandes compañeros de lucha y exilio, cuando acaba el drama se acaba también tu vida. Quedarán los cinco kilos de rosquillas y la plaza de Callao para siempre en la memoria. El azúcar de las rosquillas son hoy las lágrimas d

Renaciendo siempre

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  " Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez" (Gabriel García Márquez) Por casualidad, como casi todo lo bueno de la vida, esta frase apareció ante mí. Cualquier escrito de Gabo tiene siempre abierta la puerta de mi corazón y cuando la leí sentí que me la lanzaba directamente a mí, que me hablaba desde el más allá para darme la orden de reinventarme. Ya hace un tiempo comprendí que mi destino era ser ave fénix. He muerto y renacido tantas veces que ya me parece que es como deben ser las cosas. Te caes, te levantas, te vuelves a caer, te vuelves a levantar... El secreto está en levantarse siempre y aprender algo de la caída. Si no puedes evitar la próxima, al menos, aprende a caer con estilo y a levantarte con más sabiduría. La técnica del ensayo - error lleva dando resultados desde que el mundo es mundo. Pero no hay que olvidar que hay más formas de aprender y de enseñar. La

Empatía... y educación

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 Dos palabras que parecen poco pero que hacen que la vida sea de un color o de otro. Su ausencia retrata lo más bajo del ser humano y la capacidad que tenemos de dañar gratuitamente a cualquiera que encontremos en nuestro camino. Su práctica siempre permite que brille un poco más el sol para aquellos que nos encuentran. Esta mañana he pasado la evaluación del Tribunal Médico. Ya iba preparada para encontrar un ambiente hostil y desagradable. Lo pasé hace años y salí destrozada. Me hicieron repetir el mismo discurso varias veces para ver si caía en incoherencias. Me preguntaron y repreguntaron haciendo hincapié en los aspectos más dolorosos que en ese momento estaba intentando superar. Lloré dentro de la consulta. Lloré en una cafetería al lado del centro. Lloré en el coche hasta hartarme porque no era capaz de arrancarlo.  Hoy iba sabiendo a lo que me enfrentaba pero han logrado volver a sorprenderme. He llegado agotada. El transporte público me machaca física y psicológicamente. Como

Recuerdos diluidos

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 Cuántas veces sentimos algo y creemos que no lo olvidaremos en toda nuestra vida. Qué ingenuos. En ese momento es muy grave y muy dramático todo pero con el paso del tiempo la mayoría de esas situaciones se perfilan en su lugar adecuado dentro de una vida entera. El gran drama de los siguientes quince minutos probablemente caiga en el olvido en unas semanas.  Un poco porque tendemos a dramatizar más de la cuenta y otro poco porque nuestra mente sabe borrar o aligerar aquellos recuerdos que nos dañan. Menos mal que puede actuar por su cuenta y no nos hace caso, estaríamos anclados al dolor y el resentimiento. Ayer recibí una noticia de la que no me he recuperado aún. Un gravísimo problema de salud de una persona que estuvo en mi vida hace unos años. No fue una relación fácil. Ni por su parte ni por la mía. Éramos dos trenes a punto de chocar, sin ninguna intención de frenar. Pura cabezonería, al menos por mi parte. Desde anoche no me quito de la cabeza las veces que la vi mal y que int

Flores de hipocresía

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 Seguramente hoy hayas ido al cementerio a llevar flores a tus difuntos. Ante todo, mi respeto. Yo hace ya muchos años que no voy. Y no creo que vuelva. La última vez que estuve lo pasé realmente mal. Estaba embarazada, en el tercer trimestre, y me prometí que no iba a volver a pasar por eso. No tenía ningún sentido. Mi madre no estaba allí, allí había algo material que no era ella. Y ella hubiese querido verme bien, no con ese sofocón que me llevé. Además, ella siempre quiso tener un niño y ahora yo lo llevaba dentro de mí. Desde pequeña me habían llevado como parte de un ritual que no entendía. Era difícil de entender que bajo esa losa estuviese mi madre, ella tenía que estar conmigo, no allí. Llevaban flores y estaban un rato callados. Nunca supe si rezaban, pedían perdón o sólo permanecían de pie por las apariencias. Lo que sí sé es que la persona que me llevaba no pintaba nada allí. Ni procedía obligar a pasar por esa situación a una niña tan pequeña ni tenía él derecho a estar al

Con dos manos izquierdas

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 Siempre había pensado que había nacido con dos manos izquierdas. Torpe a no más no poder. Porque siempre he estado rodeada de personas con grandes talentos que tenían una tremenda habilidad en todo aquello que intentaban. Parecía que todo era sencillo cuando otros lo hacían y una odisea cuando yo lo intentaba. Parecía que tenía dos manos izquierdas. Me producía una gran inseguridad intentar cualquier cosa. A mi lado siempre ha habido maestros cocineros, perfectas modistas, artesanos sublimes, científicos precisos y abnegados... Y yo les observaba viendo cómo no podía llegar a su nivel en ningún caso. Estos últimos años están siendo muy delicados. Mi vida ha cambiado como cuando le das la vuelta a un calcetín. Y me encuentro en pleno proceso de reconstrucción. En este camino he decidido que tengo que intentar todo, que lo importante es intentarlo aunque no lo consiga. Quiero poner fin a la dictadura del éxito a la que me estaba sometiendo. Fuera complejos y miedos. Por eso estoy muy or

Dichoso virus

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  No sé vosotros, pero yo estoy muy harta ya de este dichoso virus. Ya ni me acuerdo de cómo era la vida antes. Ayer me pusieron la tercera dosis de la vacuna. Estoy muy contenta porque te da mucha tranquilidad tener esa protección extra. Pero según iba para el hospital me iba preguntando hasta qué punto es moral que me pongan tres dosis cuando hay tantas personas que no han recibido ninguna. Sé que aquí, en España, no hay que lamentar que no llegue la vacuna; más bien, que algunos no quieran vacunarse, pero eso es la decisión personal de cada uno y, aunque no lo comprenda, debo respetarlo. Me refiero a tantas personas en países pobres, en economías emergentes, a los que no está llegando. Siempre mirándonos el ombligo los "ricos". Vergonzoso. Como si el virus entendiese de fronteras, de clase social o de nacionalidad... En fin... El caso es que ayer estábamos citados los pelones. Viendo si había pañuelo o pelo y la longitud de éste se podía intuir en qué punto del proceso est

Hoy hace diez años

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Hoy hace diez años una banda de asesinos anunció que ya no iba a matar.  Recuerdo perfectamente el momento en que lo oí en la radio. Era tarde. Estaba rendida después de un día intenso de trabajo y con un bebé que no paraba de gritar. Llevaba muchas noches sin dormir. Estaba agotada. Estaba recogiendo el baño y empecé a llorar. No sabía si creerlo o no. Otras veces nos habían engañado.  Acudieron a mi mente muchos recuerdos muy duros. El miedo cada vez que sonaba el teléfono a primera hora de la mañana. La angustia de no saber dónde estaban mis uniformados. El ver cada día en mi puesto de trabajo las caras de los asesinos que aún estaban libres. La destrucción. El día en que fui al trabajo y la única pared que encontré era de otro edificio. El día en que un compañero me dijo que no quería tener hijos porque estaba seguro de que le iban a matar, que se había escapado por minutos dos veces y no confiaba en librarse una tercera. El día en que mi tía me dijo que vivían con miedo...  En ese

DÍA MUNDIAL CONTRA EL CÁNCER DE MAMA

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  Hoy se celebra el día mundial contra el cáncer de mama. Una enfermedad que asusta mucho pero que, si se coge a tiempo, puede ser sólo una historia más que contar. Os ruego que estéis muy pendientes de vuestro cuerpo. Yo estoy hoy aquí porque me hacía las autoexploraciones que siempre nos recomiendan y que pocas veces hacemos. No cuesta nada, es un momento. Y aunque se te hiela la sangre cuando detectas que tienes algo raro que no debería estar ahí siempre es mejor saberlo y poder poner remedio que ignorarlo. Es verdad que asusta mucho. Hay que pasar por un montón de pruebas diagnósticas. Superar una intervención quirúrgica. Según vaya el proceso puede que tengas que enfrentarte a una radioterapia o una quimioterapia. O a las dos. Y que no acabe ahí y tengas que seguir con inmunoterapia o con hormonas. Pero pase lo que pase, si puedes contar el proceso es porque estás aquí. Es decir, porque vas ganado. Cuando te dan la noticia, llega a tu mente inmediatamente tu imagen incompleta. Rec

En construcción

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  No es la primera vez que me doy cuenta de la necesidad de volver a rehacerme desde los inicios. Ni la primera vez que soy consciente de la debilidad de los cimientos sobre los que he construido mi realidad. Y lo peor es que probablemente tampoco esta vez sea la última. Veremos. El problema de reinventarte una y otra vez es que tienes que ir reutilizando los materiales de derribo de tus proyectos anteriores. Algunas piezas sirven perfectamente y encajan donde las coloques. Otras tienen muescas que dificultan su reubicación. Pero las más peligrosas son las que aparentemente encajan pero que en realidad no son suficientemente fuertes como para soportar el peso de todo el nuevo edificio. Si no te das cuenta, el peligro de derrumbe te estará acechando siempre. Hace unos años, por estas fechas, me di cuenta perfectamente de que las piezas que había puesto en los cimientos eran de piedra pómez. Me había engañado a mí misma pensando que me había rehecho de mis cenizas y que todo iba viento e

Caleruega

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 La vida, a veces, nos regala momentos maravillosos. Uno de ellos lo he podido disfrutar este pasado domingo en Caleruega (Burgos). Os cuento. Mis tíos cumplieron 50 años de casados en plena pandemia. Han ido retrasando la celebración hasta que las vacunas han sido una realidad. Y este fin de semana por fin han podido reunir a su familia y celebrarlo. Para mí fue una ilusión tremenda que contasen conmigo y mis chicos. Un día mis primas me dicen que quieren darles una sorpresa a sus padres y que quieren que estemos. Siempre las he querido muchísimo pero este detalle me llenó de satisfacción porque era algo muy íntimo y yo era "la cuarta hermana". Creo que nunca podré olvidar la cara de mi tía al vernos en la plaza. Me llegó a lo más profundo. Ellos estaban allí con sus hijas, yernos y nietas. Tenían todo lo que realmente importa en la vida. Y cuando me vio se emocionó. Y yo con ella. Aún en la distancia, siempre he tenido a mis tíos muy presentes. Sobre todo a mi tía. Todo el

De ángeles y humanos

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 No sé si será casualidad, pero casi siempre que estoy en el subsuelo emocional recibo una llamada o un mensaje de una persona muy especial. Es mi ángel. Tenemos una conexión tan íntima que a veces pienso que mis pensamientos se susurran a su oído. Por eso, cuando el telón cae y acaba la función, aparece en forma de ánimo, abrazo o sacudida. Que un ángel no sólo protege con mimos y buenas palabras. Un zarandeo a tiempo te sacude todas las tonterías y malos pensamientos. Pasan los años y la vida continúa con todos los errores humanos. Nos separa y nos daña sin remedio. Y un día te quedas mirando las cicatrices y te das cuenta de cuánto has sacrificado y cuánto has perdido. Ese día el mundo que has construido parece tener cimientos más débiles y te planteas si realmente has partido de realidades o de meras ilusiones. Y te empiezas a cuestionar absolutamente todo. Entras en un bucle sin sentido que te daña cada vez más y sabes que tienes que salir de él. Pero no puedes. O al menos no sin

Papeles

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 Dichosos papeles... Llevo varias semanas peleándome con ellos. Páginas web imposibles, enlaces que no funcionan, formularios interminables... Qué difícil nos ponen todo. Primero necesitas tener un equipo informático. Después tener un manejo casi experto para poder acceder a una ventana detrás de otra y no perderte. A continuación viene la necesidad de conocer las leyes y sus excepciones. Súmale saber redactar y tener la concisión precisa para que toda tu rabia quepa en una ventanita. Muchas veces me pregunto a dónde vamos a llegar con este sistema. Creo que se está imponiendo una dictadura de las tecnologías. O estás en ellas o estás fuera. Pero fuera, fuera. Fuera de la sociedad y fuera del sistema. Hay muchísimas personas que no pueden acceder a ese mundo paralelo que se está estableciendo. Cómo puede una persona con limitaciones, sea cualquiera su causa, pelearse con el sistema sin poder utilizar las mismas armas. Llego a la conclusión de que se trata de excluir, de dejar fuera a a

¿Amigos?

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 La palabra amigo es muy grande. Se usa con demasiada facilidad pero un amigo no se encuentra tan fácilmente. Dicen que se cuentan con los dedos de una mano y sobran dedos. No lo sé. Lo que si que tengo claro es que los amigos son los que están en las malas y te ponen una mano en el hombro sin hacer preguntas. Los pseudoamigos, como yo les llamo, se mueven y revolotean a tu alrededor cuando las cosas van bien. Cuando puedes ofrecer algo, allí están. Te regalan sonrisas y bellas palabras que tú, ingenuamente, crees hasta que llega el momento de demostrar y desaparecen. A veces te equivocas y apuestas por personas que te impresionan a primera vista. Las primeras impresiones también conducen a grandes decepciones. Creo que a todos nos ha pasado alguna vez. Duele ver y sentir que alguien por quien has luchado y a quien has ayudado siempre que ha estado a tu alcance se esfuma en el justo momento en que eres tú quien necesitas ese apoyo. Pero es mejor verlo y no justificar nada. Simplemente,

La palabra inútil

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 La palabra inútil era para mí lo peor que se podía decir de algo o de alguien. Consumo de aire sin sentido. Trasto. Un choque contra mi mentalidad facilitadora, tal y como la definió una de las muchas psicólogas que me han tratado. Inútil era el calificativo para quien no era capaz de resolver sus problemas y dudas. No por falta de capacidad, claro está. Inútil sólo servía para personas que no querían afrontar sus realidades, aquellas que tiraban la piedra y escondían la mano. Las que se escondían detrás de otros para ver desde la barrera cómo les solucionaban los problemas. Menores de edad mental que no querían crecer. Hace unas semanas me sorprendí a mí misma llamándome inútil. No me había pasado nunca antes. Me he regalado las barbaridades más agrias y salvajes pero nunca me había llamado inútil. ¿Qué ha pasado para llegar a ese extremo? Realmente no lo sé. Es cierto que hay problemas que cuesta más afrontar y que producen más ansiedad pero no era ese el motivo. Me llamé inútil por

El arte de la apariencia

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Me he hecho experta en el arte del disimulo. Antes lo veía como una especie de mentira pero la vida me ha enseñado que puede ser una herramienta muy eficaz.  La sonrisa perpetua que tanto gusta a mi amiga Helena es un arma muy potente, la que representa a la perfección el dicho de "al mal tiempo, buena cara". Por desgracia, he comprobado que según mires la vida así te trata ella. Así que he hecho propósito de enmienda. Ya no quiero volver a verme mal.  Que el pelo crece desordenado y loco, pues un pañuelo resultón. Siempre hay un perfil más bello. Siempre una sonrisa, el arma perfecta

Afortunada de teneros

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 Creo que ya lo he dicho muchas veces pero nunca está de más decirlo una vez más. Soy muy afortunada de tener alrededor a las personas que me acompañan. He conocido a personas que no han dejado huella. Otras han dejado un profundo surco de dolor. Otras, vosotros, sois la luz en el camino y la energía para seguir adelante. Puedo decir bien alto que tengo mucha suerte de tener a mi gente.  Hoy he recibido una llamada de una amiga. Llevo sin verla más de dos años. Ha estado pendiente de mí desde el otro lado del Atlántico. Una bella persona. Ahora está aquí y estoy feliz de saber que puedo verla en cualquier momento. Hemos sido compañeras de trabajo y luego yo era la que le daba instrucciones. Pero por encima de todo ella es mi amiga.  Te quiero mucho, Marta Os quiero a todos. Os siento muy cerca

Adiós cáncer

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  Hace algo más de un año recibí una noticia que, aunque puedo decir que casi era esperada, me destrozó. Llevaba ya un tiempo yendo a revisiones periódicas desde hacía casi 3 años. Una mañana de Reyes me encontré un bultito en la axila y el terror se desató. Aquello que tanto me afectó en ese momento es lo que hoy permite que esté aquí para contarlo. Una gran suerte, sin duda. El caso es que cada seis meses iba a hacerme pruebas de control. En todas me decían que no tenía que preocuparme, que todo era normal. Que muchas mujeres tenían esos nódulos en el pecho. Que tranquila. Pero cada vez que iba veía que daban más vueltas al ecógrafo, tardaban más en decirme que me fuera a casa, cada vez eran menos contundentes en su optimismo. Y un día me dicen que tienen que biopsiar. Vaya, si lo hubieran hecho hace dos años me habría ahorrado estos agobios. Raro, la verdad. En fin, cuanto antes mejor. Si fuera malo ya habrían visto algo. Seguro. Pero no. Siguen a la biopsia otras pruebas. Muchos ne

Esta soy yo... guerrera

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 Me presento. Soy Raquel. Madre, luchadora, trabajadora y superviviente. No estoy segura de que sea el orden correcto, la verdad. De lo que estoy segura es de que soy así. Con muchos defectos y alguna virtud, el tiempo dirá. Llevo en casa demasiado tiempo. No diré que estoy parada porque no es cierto y, sobre todo, porque desde que recuerdo no he parado de luchar contra todo y contra todos. Mañana no sé qué ocurrirá. Hoy estoy esperando, como casi siempre Estos últimos tiempos han cambiado mi vida y mis prioridades hasta límites que no podía imaginar hace un par de años. El aquí y el ahora son los pilares de esta nueva oportunidad.