Que la tierra te sea leve


Que la tierra te sea leve, Almudena.

Que la tierra te acoja sin juzgar. Que te brinde la oportunidad de permanecer siempre viva en el recuerdo de tus muchísimos lectores. Que abrace fuerte a tu compañero de vida y letras, Luis. Que no te desampare nunca.

Hace unos días nos dejaste, Almudena. Qué pena tan grande. Nunca te conocí, es la verdad. Pero si te conocía. Nos unían tantas cosas que no podías ser una extraña. Feminista, de izquierdas y del Atleti. No se puede tener más en la vida. Y la maldita enfermedad. Esa también nos ha unido.

Es curioso y también doloroso, la verdad, pensar que según iba acabando la lectura de "Inés y la alegría" iba acabando también tu vida. Cuando Inés vuelve a España, cuando sus hijos son cómplices del gran encuentro con sus grandes compañeros de lucha y exilio, cuando acaba el drama se acaba también tu vida. Quedarán los cinco kilos de rosquillas y la plaza de Callao para siempre en la memoria. El azúcar de las rosquillas son hoy las lágrimas de tantos que te querían. En la foto faltaban algunos. El otro día en la biblioteca faltaban algunos de tus libros. Ahora nos faltas tú.

Qué bonito sería que pudieses ver el cariño y la admiración de tu Madrid. Qué bonito dejar ese recuerdo tan bello en tantas almas. Qué bonito es recuperar la memoria, el dolor y la alegría en cada una de tus líneas. Qué bonito ver plasmados los recuerdos heredados del estraperlo, el hambre y los besos en el pan. Qué bonito que lo hayas escrito. Y que bonito haberlo disfrutado.

Hoy lo único que te puedo decir es gracias, muchas gracias, muchísimas gracias. Tus palabras y tu risa sincera serán tu legado y nosotros los encargados de que perdure por siempre.

Que la tierra te sea leve, Almudena

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