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Mostrando las entradas etiquetadas como convivencia

Ausencias

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 Nunca me han gustado estas fiestas. Seguramente porque hace demasiado tiempo que faltan a la mesa las personas más importantes. La verdad, no sé en qué momento dejaron de gustarme las Navidades. Tengo algunos recuerdos bonitos de estas fechas, pero son tan escasos que me cuesta enfocar una línea temporal clara. De muy pequeña, eran fiestas bonitas. Conservo imágenes aisladas de encuentros en casa de mi tía Mari Pili, con los hermanos de mi tío Paco y sus hermanos. Una casa muy pequeña llena de gente y de risas. Duró poco por la mala cabeza de un ser oscuro y malvado. A partir de ahí, las fiestas empezaban el día que llegaban mis primas de Bilbao. La Plaza Mayor, Cortylandia, el bocadillo de calamares, las películas de risa mientras nos acostábamos todas revueltas en el sofá. Hasta que el mismo ser decide romper esa magia. Dos de dos, machote, eres un genio. Desde ahí, cada día se iban apagando más las luces. El círculo era cada vez más cerrado, austero y falso. Y un día decidió que su

Miopía

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 Soy miope. También tengo astigmatismo y vista cansada. Un prodigio. Por eso no es de extrañar que no me entere de muchas cosas hasta que no las tengo encima. Pero ya empieza a ser problemático. Me he acostumbrado a ver un poco borroso de lejos. No hay problema. También a que se me junten las letras. Tampoco supone ninguna dificultad. Me pongo las gafas y punto. Eso si, que sean bonitas, que voy a ser coqueta mientras viva. Lo que me preocupa es la miopía sentimental. Para ésa, que yo sepa, no hay aún gafas que aclaren el panorama. Antes tenía buen olfato para detectar capullos y flores, quizá por el coronavirus ahora tampoco los distingo. La realidad es que en los últimos tiempos he tenido unos cuantos patinazos que me hacen desconfiar muchísimo de las primeras impresiones. He conocido a personas a las que he adoptado en mi vida como si fueran de mi sangre y algunas de ellas me han fallado. No sé muy bien el motivo pero la realidad es que me han defraudado. La verdad es que el motivo

Empatía... y educación

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 Dos palabras que parecen poco pero que hacen que la vida sea de un color o de otro. Su ausencia retrata lo más bajo del ser humano y la capacidad que tenemos de dañar gratuitamente a cualquiera que encontremos en nuestro camino. Su práctica siempre permite que brille un poco más el sol para aquellos que nos encuentran. Esta mañana he pasado la evaluación del Tribunal Médico. Ya iba preparada para encontrar un ambiente hostil y desagradable. Lo pasé hace años y salí destrozada. Me hicieron repetir el mismo discurso varias veces para ver si caía en incoherencias. Me preguntaron y repreguntaron haciendo hincapié en los aspectos más dolorosos que en ese momento estaba intentando superar. Lloré dentro de la consulta. Lloré en una cafetería al lado del centro. Lloré en el coche hasta hartarme porque no era capaz de arrancarlo.  Hoy iba sabiendo a lo que me enfrentaba pero han logrado volver a sorprenderme. He llegado agotada. El transporte público me machaca física y psicológicamente. Como

Recuerdos diluidos

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 Cuántas veces sentimos algo y creemos que no lo olvidaremos en toda nuestra vida. Qué ingenuos. En ese momento es muy grave y muy dramático todo pero con el paso del tiempo la mayoría de esas situaciones se perfilan en su lugar adecuado dentro de una vida entera. El gran drama de los siguientes quince minutos probablemente caiga en el olvido en unas semanas.  Un poco porque tendemos a dramatizar más de la cuenta y otro poco porque nuestra mente sabe borrar o aligerar aquellos recuerdos que nos dañan. Menos mal que puede actuar por su cuenta y no nos hace caso, estaríamos anclados al dolor y el resentimiento. Ayer recibí una noticia de la que no me he recuperado aún. Un gravísimo problema de salud de una persona que estuvo en mi vida hace unos años. No fue una relación fácil. Ni por su parte ni por la mía. Éramos dos trenes a punto de chocar, sin ninguna intención de frenar. Pura cabezonería, al menos por mi parte. Desde anoche no me quito de la cabeza las veces que la vi mal y que int

Hoy hace diez años

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Hoy hace diez años una banda de asesinos anunció que ya no iba a matar.  Recuerdo perfectamente el momento en que lo oí en la radio. Era tarde. Estaba rendida después de un día intenso de trabajo y con un bebé que no paraba de gritar. Llevaba muchas noches sin dormir. Estaba agotada. Estaba recogiendo el baño y empecé a llorar. No sabía si creerlo o no. Otras veces nos habían engañado.  Acudieron a mi mente muchos recuerdos muy duros. El miedo cada vez que sonaba el teléfono a primera hora de la mañana. La angustia de no saber dónde estaban mis uniformados. El ver cada día en mi puesto de trabajo las caras de los asesinos que aún estaban libres. La destrucción. El día en que fui al trabajo y la única pared que encontré era de otro edificio. El día en que un compañero me dijo que no quería tener hijos porque estaba seguro de que le iban a matar, que se había escapado por minutos dos veces y no confiaba en librarse una tercera. El día en que mi tía me dijo que vivían con miedo...  En ese