De profesión, aprendiz
Llegada una edad parece que nos da vergüenza decir que desconocemos tantas cosas. Queremos saberlo todo y actuamos como si estuviésemos en posesión de la verdad absoluta. Quién me va a enseñar a mí, a mis años. Qué me va a enseñar a mí ese, que estaba en el colegio cuando yo ya era maestra. A conducir me vas a enseñar tú, a estas alturas. Qué ingenuos somos. Y qué brutos. En este año y medio que llevo de retirada forzosa me he dedicado a aprender. Hay tanto que desconozco que creo que no voy a alcanzar nunca ni la centésima parte de lo que quisiera conocer. He descubierto habilidades, destrezas, fragilidades y carencias. Cada nuevo conocimiento me ha llevado a mil y una dudas que surgen en cascada. Cada nuevo rayo de luz me enseña la oscuridad en la que vivía. El mito de la caverna va tomando sentido en esta cabeza dura que, por mucho que lo intentase en las clases de filosofía, nunca llegó a entenderlo. Quizá no era el momento, quizá no tenía la madurez suficiente. Qué sé yo... Ahora