Adiós cáncer

 Hace algo más de un año recibí una noticia que, aunque puedo decir que casi era esperada, me destrozó. Llevaba ya un tiempo yendo a revisiones periódicas desde hacía casi 3 años. Una mañana de Reyes me encontré un bultito en la axila y el terror se desató. Aquello que tanto me afectó en ese momento es lo que hoy permite que esté aquí para contarlo. Una gran suerte, sin duda.

El caso es que cada seis meses iba a hacerme pruebas de control. En todas me decían que no tenía que preocuparme, que todo era normal. Que muchas mujeres tenían esos nódulos en el pecho. Que tranquila. Pero cada vez que iba veía que daban más vueltas al ecógrafo, tardaban más en decirme que me fuera a casa, cada vez eran menos contundentes en su optimismo.

Y un día me dicen que tienen que biopsiar. Vaya, si lo hubieran hecho hace dos años me habría ahorrado estos agobios. Raro, la verdad. En fin, cuanto antes mejor. Si fuera malo ya habrían visto algo. Seguro.

Pero no. Siguen a la biopsia otras pruebas. Muchos nervios. Y un día te dicen que es cáncer. De mama. Y ya está. Como quien te habla de hacer café o comprar unos zapatos. No preocupes, es poca cosa. Una pequeña intervención y a casa. Seguramente no necesites ninguna terapia. Y yo, tan ingenua, me fui a mi casa destrozada pero pensando que iba a pasar un día malo y se acabó. Ingenua...

Luego te dicen que te darán radioterapia para completar la cirugía. Afortunada tú que no vas a perder el pecho completo y no vas a pasar por la quimioterapia.

Pero no, la cosa se va complicando por momentos. Cada vez que voy al hospital avanzamos un paso más en la enfermedad. No era un tumor grande pero si que estaba dispuesto a crecer y crecer a un ritmo desorbitado. Así que, tras pruebas genéticas, me dan la gran noticia. Necesito quimioterapia, radioterapia y hormonoterapia. El combo completo. Quién da más, señores.

Ya no tengo cáncer, es verdad. Pero por precaución y para evitar una casi segura recaída hay que pasar por todo ese calvario. Hay que estar fuerte y luchar. Pero sólo puedo llorar. Estoy muerta de miedo.

Unos meses después, superadas la quimioterapia y la radioterapia, empiezo a intentar retomar mi vida. Pero no. Esta vida ya es otra. Otras prioridades. Otras necesidades. Otros miedos.


Comentarios

Entradas populares de este blog

De perfiles

Renaciendo siempre

Recuerdos diluidos