R-evolución

 Este tiempo de silencio autoimpuesto responde única y exclusivamente a la necesidad que tengo, una vez más, de reinventarme. Es muy difícil entender esta actitud hermética y absurda en muchas ocasiones para las personas que me rodean pero de vez en cuando tengo la necesidad de desaparecer. No es rebeldía ni cobardía. Es incapacidad absoluta de situarme frente a mí misma y frente al espejo que me mira con asombro.

Estoy deseando que acabe ya este año nefasto. Creo que necesito cambiar de año porque es de las pocas cosas que han de cambiar inevitablemente y que no dependen de mi intención, acción u omisión. Pasará. Y ni será culpa mía, ni me replantearé mil posibles vueltas atrás para evitarlo, ni volveré a la recreación del "y si hubiera...". Pasará como pasa la vida, porque tiene que pasar.

A lo largo de este año estoy teniendo que encajar cambios muy profundos. Está siendo agotador, la verdad, pero era necesario culminar estos procesos y renacer una vez más. Como ave fénix, renaciendo una y otra vez de mis cenizas.

El último cambio creo que ha sido el más difícil de encajar y, al mismo tiempo, el más liberador. Después de 24 años (con un paréntesis intermedio de 4) no voy a continuar en el que ha sido mi puesto de trabajo. Es tremendamente duro. Me he dejado la vida. He intentado ayudar a cualquier persona que he podido encontrar en este camino. He aprendido todo aquello que he podido, ya sean asuntos técnicos o relacionales. He querido valorar a cada persona, sacar lo positivo de cada momento, crecer en cada dificultad. Sin embargo, los últimos años han sido terribles. Me han mermado psicológicamente y me han hecho replantearme muchas veces si no me estaba volviendo peor persona por mi propia supervivencia. No lo sé. Ahora tampoco merece la pena perder el tiempo en eso.

No sé si voy a saber buscar trabajo. No sé si voy a encajar en un nuevo equipo. No sé si estoy capacitada para una nueva aventura. Lo que sí sé es que este episodio ha acabado. Que la decisión no ha sido mía. Y que ahora me alegro de no tener que tomarla. Necesito aire fresco y desempolvar mis alas para volver a volar. Porque no sé trabajar sin ilusión y no puedo vivir sin trabajar. Porque la vida es mucho más bella de lo que he sentido en estos años. Porque merezco sentirme valorada pero necesito aún más disfrutar de lo que hago. Y sobre todo, dejar atrás el miedo. 

Necesito que la brisa barra las decepciones, la ansiedad y el temor a represalias. Necesito mantener a las grandes personas que he conocido y que son indispensables de mi vida. Necesito conocer a otras nuevas que me aporten nuevos desafíos y me hagan luchar y replantearme mis opciones cuando esté a punto de rendirme. Necesito, para que mis alas brillen y sean ligeras, dejar atrás las decepciones, la pena y el dolor. No hay resentimiento, eso sólo me hace ser peor persona y eso es precisamente lo que me ha atormentado. No hay rabia ni ansia de venganza. Cada uno da lo que tiene y valora lo que conoce. No me interesa mantener a mi lado a nadie que no me incite a ser mejor persona y mejor profesional. Y no me apetece mantener a mi lado a nadie que me vea como una herramienta de uso y disfrute que puede abandonar cuando ya no necesite.

Soy difícil, lo sé. Por eso entiendo que mi círculo se estreche cada vez más. Pero estoy muy orgullosa de las personas que aún me aguantan y ven algo positivo en mi caótica personalidad.

No sé lo que voy a hacer a partir de ahora. Lo único que tengo claro es que de todos estos años me llevo a personas maravillosas que me llenan de alegría sólo con saber que existen. Venga lo que venga, siempre tendré la emoción de contar en vuestros pensamientos aunque sea por un segundo


Comentarios

Entradas populares de este blog

De perfiles

Renaciendo siempre

Recuerdos diluidos