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Empatía... y educación

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 Dos palabras que parecen poco pero que hacen que la vida sea de un color o de otro. Su ausencia retrata lo más bajo del ser humano y la capacidad que tenemos de dañar gratuitamente a cualquiera que encontremos en nuestro camino. Su práctica siempre permite que brille un poco más el sol para aquellos que nos encuentran. Esta mañana he pasado la evaluación del Tribunal Médico. Ya iba preparada para encontrar un ambiente hostil y desagradable. Lo pasé hace años y salí destrozada. Me hicieron repetir el mismo discurso varias veces para ver si caía en incoherencias. Me preguntaron y repreguntaron haciendo hincapié en los aspectos más dolorosos que en ese momento estaba intentando superar. Lloré dentro de la consulta. Lloré en una cafetería al lado del centro. Lloré en el coche hasta hartarme porque no era capaz de arrancarlo.  Hoy iba sabiendo a lo que me enfrentaba pero han logrado volver a sorprenderme. He llegado agotada. El transporte público me machaca física y psicológicamente. Como

Recuerdos diluidos

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 Cuántas veces sentimos algo y creemos que no lo olvidaremos en toda nuestra vida. Qué ingenuos. En ese momento es muy grave y muy dramático todo pero con el paso del tiempo la mayoría de esas situaciones se perfilan en su lugar adecuado dentro de una vida entera. El gran drama de los siguientes quince minutos probablemente caiga en el olvido en unas semanas.  Un poco porque tendemos a dramatizar más de la cuenta y otro poco porque nuestra mente sabe borrar o aligerar aquellos recuerdos que nos dañan. Menos mal que puede actuar por su cuenta y no nos hace caso, estaríamos anclados al dolor y el resentimiento. Ayer recibí una noticia de la que no me he recuperado aún. Un gravísimo problema de salud de una persona que estuvo en mi vida hace unos años. No fue una relación fácil. Ni por su parte ni por la mía. Éramos dos trenes a punto de chocar, sin ninguna intención de frenar. Pura cabezonería, al menos por mi parte. Desde anoche no me quito de la cabeza las veces que la vi mal y que int

Flores de hipocresía

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 Seguramente hoy hayas ido al cementerio a llevar flores a tus difuntos. Ante todo, mi respeto. Yo hace ya muchos años que no voy. Y no creo que vuelva. La última vez que estuve lo pasé realmente mal. Estaba embarazada, en el tercer trimestre, y me prometí que no iba a volver a pasar por eso. No tenía ningún sentido. Mi madre no estaba allí, allí había algo material que no era ella. Y ella hubiese querido verme bien, no con ese sofocón que me llevé. Además, ella siempre quiso tener un niño y ahora yo lo llevaba dentro de mí. Desde pequeña me habían llevado como parte de un ritual que no entendía. Era difícil de entender que bajo esa losa estuviese mi madre, ella tenía que estar conmigo, no allí. Llevaban flores y estaban un rato callados. Nunca supe si rezaban, pedían perdón o sólo permanecían de pie por las apariencias. Lo que sí sé es que la persona que me llevaba no pintaba nada allí. Ni procedía obligar a pasar por esa situación a una niña tan pequeña ni tenía él derecho a estar al

Con dos manos izquierdas

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 Siempre había pensado que había nacido con dos manos izquierdas. Torpe a no más no poder. Porque siempre he estado rodeada de personas con grandes talentos que tenían una tremenda habilidad en todo aquello que intentaban. Parecía que todo era sencillo cuando otros lo hacían y una odisea cuando yo lo intentaba. Parecía que tenía dos manos izquierdas. Me producía una gran inseguridad intentar cualquier cosa. A mi lado siempre ha habido maestros cocineros, perfectas modistas, artesanos sublimes, científicos precisos y abnegados... Y yo les observaba viendo cómo no podía llegar a su nivel en ningún caso. Estos últimos años están siendo muy delicados. Mi vida ha cambiado como cuando le das la vuelta a un calcetín. Y me encuentro en pleno proceso de reconstrucción. En este camino he decidido que tengo que intentar todo, que lo importante es intentarlo aunque no lo consiga. Quiero poner fin a la dictadura del éxito a la que me estaba sometiendo. Fuera complejos y miedos. Por eso estoy muy or

Dichoso virus

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  No sé vosotros, pero yo estoy muy harta ya de este dichoso virus. Ya ni me acuerdo de cómo era la vida antes. Ayer me pusieron la tercera dosis de la vacuna. Estoy muy contenta porque te da mucha tranquilidad tener esa protección extra. Pero según iba para el hospital me iba preguntando hasta qué punto es moral que me pongan tres dosis cuando hay tantas personas que no han recibido ninguna. Sé que aquí, en España, no hay que lamentar que no llegue la vacuna; más bien, que algunos no quieran vacunarse, pero eso es la decisión personal de cada uno y, aunque no lo comprenda, debo respetarlo. Me refiero a tantas personas en países pobres, en economías emergentes, a los que no está llegando. Siempre mirándonos el ombligo los "ricos". Vergonzoso. Como si el virus entendiese de fronteras, de clase social o de nacionalidad... En fin... El caso es que ayer estábamos citados los pelones. Viendo si había pañuelo o pelo y la longitud de éste se podía intuir en qué punto del proceso est

Hoy hace diez años

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Hoy hace diez años una banda de asesinos anunció que ya no iba a matar.  Recuerdo perfectamente el momento en que lo oí en la radio. Era tarde. Estaba rendida después de un día intenso de trabajo y con un bebé que no paraba de gritar. Llevaba muchas noches sin dormir. Estaba agotada. Estaba recogiendo el baño y empecé a llorar. No sabía si creerlo o no. Otras veces nos habían engañado.  Acudieron a mi mente muchos recuerdos muy duros. El miedo cada vez que sonaba el teléfono a primera hora de la mañana. La angustia de no saber dónde estaban mis uniformados. El ver cada día en mi puesto de trabajo las caras de los asesinos que aún estaban libres. La destrucción. El día en que fui al trabajo y la única pared que encontré era de otro edificio. El día en que un compañero me dijo que no quería tener hijos porque estaba seguro de que le iban a matar, que se había escapado por minutos dos veces y no confiaba en librarse una tercera. El día en que mi tía me dijo que vivían con miedo...  En ese

DÍA MUNDIAL CONTRA EL CÁNCER DE MAMA

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  Hoy se celebra el día mundial contra el cáncer de mama. Una enfermedad que asusta mucho pero que, si se coge a tiempo, puede ser sólo una historia más que contar. Os ruego que estéis muy pendientes de vuestro cuerpo. Yo estoy hoy aquí porque me hacía las autoexploraciones que siempre nos recomiendan y que pocas veces hacemos. No cuesta nada, es un momento. Y aunque se te hiela la sangre cuando detectas que tienes algo raro que no debería estar ahí siempre es mejor saberlo y poder poner remedio que ignorarlo. Es verdad que asusta mucho. Hay que pasar por un montón de pruebas diagnósticas. Superar una intervención quirúrgica. Según vaya el proceso puede que tengas que enfrentarte a una radioterapia o una quimioterapia. O a las dos. Y que no acabe ahí y tengas que seguir con inmunoterapia o con hormonas. Pero pase lo que pase, si puedes contar el proceso es porque estás aquí. Es decir, porque vas ganado. Cuando te dan la noticia, llega a tu mente inmediatamente tu imagen incompleta. Rec